sábado, 5 de febrero de 2011

A todo le entran con chantajes

Para el 2004 las cosas habían cambiado. Con los jugosos embutes que recibía del gobierno de Tabasco desde 12 años atrás, compró la franquicia del equipo de fútbol de segunda división, Lagartos de Tabasco, equipo que inicialmente era propiedad de los hermanos Saint Martin, unos capos de la “industria de la remediación ecológica” en Pemex.
Los hermanos Saint Martin fueron objeto de una descarnada campaña en Tabasco Hoy y en otros medios, propiedad de Miguel Cantón y hermanos. Se les acusó de generar una red de corrupción en la empresa paraestatal, comprando contratos millonarios y pagando altas comisiones a funcionarios corruptos. De igual forma, se les echó encima a comunidades enteras cercanas a sus instalaciones, con el cuento de que sus procedimientos para tratar residuos o “recortes” de la industria petrolera eran una amenaza para el medio ambiente y para la salud de las familias que vivían en los alrededores.
El golpeteo constante se mantuvo hasta que los empresarios comenzaron a soltar dinero en publicidad y luego, cuando terminaron por aceptar a Miguel como socio en el club de fútbol. En el ínter, los Cantón se dieron cuenta de una cosa: la facilidad con la que funcionarios de Pemex y contratistas ceden al chantaje. Por eso, escucharon a su entonces operador de lujo, Mario Ibarra --un columnista que había sido cargamaletas del periodista Abiud Pérez Olán cuando éste era subdirector del vespertino Abc-- y decidieron entrar con todo a la competencia de concursos en Pemex a través de la empresa “Constructora Acuario”.
Sin mayor experiencia en el ramo, lo que utilizaron entonces fue su arma predilecta: el escándalo mediático y el chantaje, lo que les valió que tan solo en junio de 2005 se llevaran dos contratos por más de 40 millones de pesos en Pemex Exploración y Producción (PEP).

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